DESDE EL BURLADERO DE CELADA
Durante éstos tediosos días de confinamiento, me he decidido a realizar algo que llevaba mucho tiempo rondándome la cabeza. Desde éste pequeño balcón del que dispongo gracias a “Pasión Taurina”, me gustaría reflejar los pensamientos y opiniones de éste humilde aficionado de andar por casa, que con la mayor regularidad que me sea posible, plasmaré en forma de editorial para todo aquel que quiera pegarse un garbeo por aquí. Sin más, les invito a todos a contemplar desde mi prespectiva, el día a día de la actualidad taurina, les invito a contemplar y reflexionar conmigo sobre éste loco mundo, de lo taurino, desde el “Burladero de Celada”.
Malos días éstos para escribir sobre el día a día del mundo del Toro ¿No creen? Sin embargo, ésto está protagonizando gran parte de mis pensamientos, como siempre, pero de manera más acuciante e incisiva si cabe, y creo que puede ser bueno, a la vez que terapeútico, plasmarlos negro sobre blanco, luego ya, si éstos despiertan su interés, serán otros menesteres.
Llegado desde la tierra del Sol Naciente, ha irrumpido en el mundo taurino un personaje inesperado, tomando un gran protagonismo, y no es precisamente un turista asiático de los que tanta fe profesan a ésta nuestra Fiesta, nada más lejos de la realidad. Ha llegado un nuevo enemigo más a sumar a la ya de por sí, larga lista de adversarios del mundo taurino, y no por ser el último es el menos peligroso y preocupante, éste está haciendo verdaderos estragos, sin hacer ruido, sin necesidad de estrambóticas manifestaciones, ni insultos y difamaciones en las redes, ni siquiera en forma de político cacique obsesionado con coartar nuestras libertades, ha llegado en forma de virus, el llamado COVID-19.
Si tuvieramos que definir el futuro más inmediato de La Fiesta, sin duda la gran mayoría lo podríamos definir en una sola palabra, “preocupante”. La ausencia de festejos y ferias a causa del virus, está provocando desfiles de toros bravos viajando hasta los mataderos, donde son sacrificados junto al resto de bóvidos sin distinción alguna en concepto de raza o método de cría de tan particular animal, suponiendo ésto, un gravísimo y devastador perjuicio económico a los ganaderos, además de un daño sentimental al conjunto de aficonados al contemplar cómo el animal más venerado por todos nosotros, es sacrificado sin el respeto y los honores que se le rinden en la Plaza. Pero por desgracia tiene que ser así, las prespectivas de la situación actual, unida a la incertidubre de no saber cuándo podremos volver a la “normalidad”, hace inviable hoy en día para la mayoría de ganaderos mantener la camada completa de toros sin la seguridad de poder tener unos ingresos mínimos para asegurar su resiliencia.
No obstante, tauromaquia tiene algo detrás que nos hace ver en el horizonte un resquicio de esperanza, algo a lo que poder agarrarnos en éstos días donde todo nos parece negro, algo de lo que no todos los sectores y estamentos pueden presumir, el valor humano y el arraigo en la sociedad. No son pocas las muestras de solidaridad y respaldo, que a pesar de nuestros políticos y animalistas, el ciudadano de a pie manifiesta cada día a través de los diferentes canales de comunicación. Tampoco son para nada desdeñables las infinitas iniciativas que se están lanzando desde el mundo del toro (empresas, toreros, asociaciones,comisiones, ganaderos…..) apoyando en la lucha contra el COVID-19 aún siendo uno de los sectores más castigados por la pandemia, además de por la inoperancia de los encargados de paliar los daños que ésta produce, se ha mostrado como un sector solidario y responsabilizado con la salud pública. Tambien, por supuesto, y desde aquí me gustaría hacerles llegar mi más humilde, pero profundo agradecimiento, a la prensa taurina y portales de internet, que nos informan cada día puntualmente de lo que ocurre en La Fiesta, y que nos acercan de manera virtual cada día a grandes protagonistas del mundo del Toro con sus entrevistas y encuentros en directo a través de las redes sociales.
La tauromaquia, le pese a quien le pese, está viva, tiene alma y corazón para sobreponerse a los duros golpes que se le asestan cada día, precisamente por lo que antes comentaba, pese a ser uno de los sectores más afectados por la pandemia, busca constantemente, como el toro bravo de verdad, crecerse en el castigo, crecerse tras cada puyazo, y presentar batalla a aquellos que quieren, más de manera subjetiva que objetiva, darnos por muertos.
Hace exactamente un siglo, allá por los años 20, tras la muerte de Joselito “El Gallo” uno de los grandes protagonistas de la llamada Edad de Oro del toreo en nuestro país, y después de dejar atrás, coincidencias de la vida, otra pandemia que asoló nuestro país, la Gripe del 18, se daba por muerta a La Fiesta, argumentando que no sabría sobreponerse a tales adversidades, nada más lejos de la realidad. No en vano, un siglo después aquí seguimos, dando guerra y plantando cara, y no me cabe la menor duda que con la ilusión y fuerza necesarias para afrontar los retos que el devenir de los tiempos nos va poniendo en el camino.
Sergio Celada Caminero, en Grijota (Palencia), a 29 de Abril del 2020