Hablar de la casa Barcial, para todo buen aficionado al mundo del toro, es hablar de una casa que fue santo y seña de la cabaña brava española. Ésta ganadería, de encaste Vega-Villar, es el más claro ejemplo de cómo la tauromaquia actual ha olvidado y dejado a un lado a ganaderías que en su día, figuras y empresas se peleaban por tener la oportunidad de cruzarse con ellas.

Las reses de Barcial, pastan en la localidad salmantina de San Pedro de Rozados, son animales que se crían con sello propio, la comida y el agua se les coloca alejado lo uno de lo otro para que se ejerciten los toros, ya que no se les realizan correderos, porque éstos toros no lo necesitan, son toros que no se caen, con las patas muy pegadas al suelo, unas cornamentas que imponen respeto desde muy temprana edad, y con un temperamento que antaño hizo las delicias de toreros y aficionados. Las capas que presentan estos animales, son verdaderos caprichos genéticos, en su mayor parte berrendos en negro, también es posible encontrar algún que otro sardo e incluso negros por completo.

La ganadería sufrió a principios de siglo un fuerte saneamiento, que redujo sus cabezas drásticamente y puso la ganadería en serio riesgo. Durante esos años, el festejo popular tiró del carro de la casa Barcial, y eso Don Jesús Cobaleda no lo olvida, y pese a estar algo mejor y ser capaces de lidiar alguna que otra novillada sin picar, no han dejado jamás de atender a las diferentes Comisiones y Peñas que se acercan a interesarse por éstas particulares reses.

Los tentaderos en ésta casa, son de máxima seriedad, tuvimos oportunidad de disfrutar in situ de un tentadero de vacas, famosos en la casa Barcial, por realizarse cuando éstas tienen los cuatro años cumplidos, y ser de una seriedad y un comportamiento, más que considerable, sin lugar a dudas un tentadero que ayuda muchísimo a los matadores a coger forma y tocar un ganado que no se suele encontrar en otras tientas, que no suelen ser de tal nivel de exigencia.

En definitiva, en la ganadería de Barcial, hay sabores de una tauromaquia antigua, de un toro íntegro, sin enfundar, que sólo se dedica a pastar y criarse en un entorno incomparable, y así poder continuar con un encaste y una estirpe que ha dado glorias y grandes tardes al mundo del toro.

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