CARTA DE UN GRIJOTANO MIROBRIGENSE

Ayer, algo dentro de mí se ha roto, dejando un vacío que como mínimo va a tardar en volverse a llenar algo más de 400 días.

Todavía recuerdo aquel día en el que mi mejor amigo, Diego, me dijo…. «Oye tío, ¿A que no te vienes conmigo y con los de Villalpando a Ciudad Rodrigo al Carnaval?»

No sé si pasaron dos segundos o menos hasta que contesté con un «Coño claro» rotundo. Y desde aquel Carnaval del 2015, comenzó una «historia de amor» que siempre me llevará a Ciudad Rodrigo y a la gente con la que comparto esos días, cada vez que pienso en las mejores cosas que te da la vida.

En Ciudad Rodrigo conocí a los que ahora se han convertido prácticamente en mi familia, Cosco, Teto, Vicky, María, Guille, Ángel Luis … Compañeros de piso cada año, con los que convivir es lo más fácil del mundo y nunca hay lugar para la tristeza ni para los problemas durante el Carnaval.

Las calles de la ciudadela llenas, el frio, la fiesta, la alegría, la música a todo trapo, los «vermuses» que terminan de mañaneo, la Venta de Vargas, Los Arcos, el Palacio de Montarco, la Resaladona de Guille y Maria por las mañanas, llegar pronto a los tablaos, bajar a los pinos al desencierro, quedar en el Árbol Gordo, pasar por El Registro abarrotado… LA CAMPANA, EL TORO….

LO MÁS PARECIDO A LOS CIELOS QUE UN SERVIDOR PUEDE LLEGAR A IMAGINARSE.

Nunca nada consiguió que faltase a la fecha, nunca nada fue suficiente motivo para renunciar a ir al Carnaval, la semana antes ya tenía el corazón y los nervios disparados, y no veía el momento de coger a Diego en el coche, salir disparados de Grijota, comer en Robliza, y por fin, verme en el Campanazo con mi cuadrilla y el primer Larios de muchos en la mano.

Para éste que os escribe, Ciudad Rodrigo fue una puerta abierta al mundo del Toro, que si ya en un principio me picaba el gusanillo, e iba descubriendo poco a poco, desde aquel momento se convirtió en una obsesión diaria, y en un aprender constante escuchando hablar a Cosco, Teto, Ángel Luis y compañía.

Éste idilio con Ciudad Rodrigo sólo va a tener que esperar un añito más, algo más de 420 días, volver a poner el contador a cero y tachar días para volver a escuchar eso de… FARINATOS!!!… FARINATAS!!! VIVA EL CARNAVAL!!! VIVA CIUDAD RODRIGO!!!

Y volver a cantar «la campana campana campana, que colocaron en la catedral, volverán a fundirla de nuevo, porque dicen que suena muy mal» y volver a sentirme como en casa a más de 200 kilómetros de Grijota.

Ésto entraba dentro de lo previsible, pero en realidad, nunca estuve preparando para aceptar que el Carnaval del Toro 2021 nos lo íbamos a perder.

Nos veremos pronto Ciudad Rodrigo.